La
noche siempre me resultó nostálgica el sonido de las calles lentamente se va
apagando, los motores dejan de soltar su smog, las fábricas detienen sus
maquinarias, los pájaros descansan su trinar, solo algún perro viejo ladra a lo
lejos.
La
melodía de la vida entra en un receso invernal, todo se traduce en un silencio
oscuro, el viento sopla suavemente, las hojas de los árboles se mecen al
compás.
La
noche está llena de soledad que aturde mis oídos sentirla sin vida, unas
campanas se escuchan golpeándose entre ellas, algunas de metal otras de caña, y
así la madrugada se abre paso entre las sábanas frías de tabúes, unas miradas se
ven a lo lejos bajo la luz de una farola solitaria que espera inerte la llegada
de la mañana y ver, una vez más sorprendida el amanecer del sol.
Amelia Orellano Bracaccini
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