jueves, 22 de enero de 2015
Entre vértices de alcobas
Sintió su mirada
como penetraba lenta y profundamente
entre roces lacerantes,
su piel abría
al murmullo de su voz,
los oídos derretían las palabras
una y otra vez,
sucumbía a los susurros
de la noche,
y esperaba…
Esperaba su blanco
consumarse arduamente
sin tiempos,
con miradas de nieblas,
aturdiendo en las oscuras llamas,
simulando melodías
amortiguadores en las raídas sábanas
desfallecían en su trajín,
sales escurrían por sus espaldas
en un gemir de alcobas,
las arenas mecían las notas
de una vieja tonada de madrugadas,
mientras sus lenguas se atragantaban
en sus gargantas,
se oían, mutuamente,
arrodillándose en el silencio,
bebiendo de sus vértices
ahogando sus labios
en aquella canción…
Su regreso
Y volvió
como tantas otras veces
con su
rostro cansado de amaneceres
en alcobas
extrañas,
sus ojeras
destilaban relámpagos
anocheceres
con aromas a otras sábanas,
regresó
silencioso
como un
fantasma,
lo supo…
Desde
ese momento comprendió,
que lo
había perdido para siempre,
ya no
era el mismo,
aquel
que había partido
de mirada peregrina
corazón
errante,
su
tiempo de vagabundear culminaba,
como el
otoño con el verdor de las caducas,
sus
sueños cautivos,
guardaban
en secreto
y
arrogancia su nombre,
su
piel, que lo había acariciado
sujetando
su alma
con
ambas manos,
había
corrompido su voz
sus sonidos
fónicos se oían atrapantes
seducía
a su paso,
con
aroma,
a
hombre enamorado…
Como suelo mirarte…
Te vi,
en un espejismo
parado frente a mí
con un manojo de
caireles
tus manos
aplaudían
nostalgias,
aún con los ojos
cerrados
saboree el salado
de tus labios
que subían como
dentelladas
fantasmales en la
noche,
recorrían mi
silueta
dibujada en la
cera
deslizándose
por las grietas de
mi cuarto,
eras tú, lo sé,
mi piel me lo dijo
susurrante,
en secreto viniste,
como tantas otras,
mientras duermo
sin ti,
olí el aroma
primavera,
que brota de tu
aliento
lejano, muy lejano
en la noche
fría sin tus
brazos,
ni el sol de tus
párpados,
cuando me miran,
ruborizando mis
pupilas de amapolas,
como tu sangre.
Amelia Orellano Bracaccini
viernes, 16 de enero de 2015
En compañía de la soledad
-A
veces era la brisa colándose por los pliegues de una ventana delgada
herrumbrada de pasado, la llegada
de la mañana quieta asomando tempranamente por los muros hiedras del jardín, las
amapolas y las hierbas esparciendo sus colores en composé.
-El sol,
manifestaba su temperamento cambiando las tonalidades, salvando los retrocesos de
ánimos envueltos en nostalgias, cuando yo te esperaba.
-Ardiendo
en la espera sobre un lecho revuelto, devastada soledad, ecos desiertos.
-Ella, anfitriona
habitando cada cuarto, no resistiéndose ningún rincón ni mínimo agujero, a su
estadía permanente.
-De
alguna insospechada manera yo, la había invitado a quedarse.
-Llegó
tímida, silenciosa, luego, con gran sutileza y maestría fue socavando, apoderándose
de mi universo, cada centímetro le pertenecía, lo mismo que mi alma sedienta de
vida, que se negaba sin fuerzas, ni voluntad a su régimen dictatorial.
-Por
las noches soñaba con correr, huir de ese lugar y llegar al refugio de tus
brazos, deshojando pétalos en cada beso, amarrando mi amor reservado, atesorado
para ti, dentro muy dentro de mí.
-Caricias
de seda y besos prolongados entregártelos con ademanes lentos reconociendo los paréntesis
de tu cuerpo, donde los susurros crean melodías a través de los sentidos, en
retornadas noches, siendo voluntaria solícita en tu lecho.
-Contemplar
la desnudes de tu piel invernal no indiferente, doliente no…
-Descubrir
el cansancio en tu agitado respirar nocturno después de amar incesantemente hasta
el agonizar de la madrugada, coronando mi palpitar, elevándome al cielo sobre
tus colinas, emigrando vívidamente en tus sueños, saciando nuestra sed en cada
verso, siendo virtud con mis falanges, invadiendo
nuestras soledades, bebiendo cual sediento marinero, irrumpiendo fatigosos en
cada puerto.
-Soñaba
con oler a ti, en mi reposo amanecer, ser naufragio entre tus brazos, llenarme de
tus primaveras, horizonte febril timón de mis deseos, vestir en la mañana
radiantes destellos de felicidad, conservando tu esencia en mi feminidad.
-Ella
lo sabía o quizás lo intuía, porque no se apartaba ni un momento arremetiendo
en mis pensamientos abarcando mis espacios como un fantasma.
-Le
temía, aun así comprendí que debía revelarme, descubriendo mis fuerzas aprendí
a convivir porque a pesar de todo, nos necesitábamos, ella era parte de mí y era parte de él,
nuestras soledades nos unían…
lunes, 12 de enero de 2015
Tu boca callada
Deambularé
desorientada por los senderos
de este
aguacero enero,
surcando
con mis manos las cuerdas de un melódico regazo,
ardientes
y nostálgicas mañanas
sobre
mi almohada barranco,
húmedas
sábanas que se escurren por dentro de
mis piernas,
librándose
al libre vuelo gris del cielo,
que
asoma por mi ventana
blanca como tu cara,
nevada
que derramas penetrando mis fantasías
roce
sutil tus pestañas por las líneas de mi espalda,
rumores
que navegan con tu lengua de plata,
susurrante
de versos por el delgado cuello.
Hoy he
visto tu mirada hundida en el silencio
tu boca
callada duerme náufrago del tiempo,
detuviste
las horas tragando las palabras,
arrastrando
contigo este amor que llevo dentro,
desmembraste
cada beso,
enterrándolo
en el recuerdo,
emigraron
los pájaros de mi sonrisas
desplegando
sus alas en tu nombre.
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