tomando cada ángulo,
sucumbiendo en el sol de sus vértices,
dibujando figuras en mi mente y en mi paladar,
bebí de su vientre,
de la infinidad de sus poros,
cada uno de ellos derritiéndose en mis manos,
su primavera desnudez en mi boca,
oyeron mis oídos sus gemidos,
sus ruegos por mas,
suspiros de felicidad
retumbaban en la habitación,
donde fuimos solo dos,
cabalgando contra el tiempo,
nuestros cuerpos, edades
fundiéndose al amor,
ella hablaba de literatura,
letras y demás,
yo marcaba sus ritmos,
sus pausas,
cada punto y coma,
conjugando los verbos,
extasiados pedimos,
gritamos al unísono,
porque nunca llegara el final,
y el silencio abruptamente irrumpió,
sellamos nuestras bocas,
con un beso de inmensa pasión,
mirándonos a los ojos,
reflejándome en su tersura,
pinté mis hilos de plata,
desde muy adentro
nació nuevamente la ilusión,
aquella noche,
en nuestro, mi lecho,
fuimos ella y yo…
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