el aroma de la arena
mojada por las mieles
de tus encantos,
suspiros arrojados al
tiempo en el momento
en que bese tu piel,
fue un instante palpitante
en que tus susurros
galopaban por tu sangre,
tus venas aceleraban
sus cauces,
nos bañamos de sudor
allí donde lamí tu voz,
enronqueciendo tu gemir,
te amé bajo el calor del sol,
solo por oír de tus labios
pronunciar mi
nombre,
lo hiciste
infinidad de veces,
que el cielo ennobleció su color,
dándole paso a la noche,
donde una vez más te amé…
Amelia Orellano Bracaccini
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