Hoy me
siento feliz, inmensamente feliz porque sé que él me ama de una manera muy
limpia blanca, buena, mis endorfinas a
full, es un ser especial hasta diría
casi inocente, sí así lo siento, ajeno a toda maldad y contaminación del mundo,
con una brillante luz a su alrededor como si fuese un ángel celestial, y si
fuese así que vendría a ser yo, como una especie de demonio tratando de corromperlo
con mis atributos, con mis deseos que no son pocos, no, no creo que así sea, solo es mi amor, con unos valores como muy pocas personas, por
lo menos que yo conozca, porque uno no llega a conocer a todos solo generaliza,
pero si de algo estoy segura es que él es único, a veces quisiera que se
equivocara, que cometiera algún error para no sentirme tan imperfecta cuando
estoy con él.
¿Estará
bien ser inconmensurablemente feliz,
cuando todo esta tan revuelto, cuando solo hay tristeza y dolor a mi alrededor? Hace tiempo dejé de mirar los noticieros, por
el simple hecho o como excusa para no ver lo que sucede, si, porque aunque no
los vea, o decida mirar hacia un costado no cesan, y cada vez es peor, y me
siento la peor la más egoísta e
hipócrita de todos.
De niña
pensaba que si era infeliz sería por alguna razón muy aceptable, por ejemplo,
si dos personas son felices, en otro lado del mundo alguien debiera equilibrar
la situación, así de esa manera iría surgiendo un control, como una
estabilización una simetría. ¿Se podrá llevar el registro de la felicidad?
Cuántos son infelices, cuántos no, a quien le corresponde la repartija.
Luego uno
crece y con ello “los porque a mí,” “que habré hecho”, y tantos que uno va
perdiendo la cuenta y nos vamos cegando a los momentos felices que la vida nos
regala.
Qué momento
más complicado y jodido el de estar enamorado, es
como hacer un retroceso y volver a la adolescencia, (sin los signos visibles
por supuesto), por la mañana sos enormemente feliz, y por la tarde no sabes cómo
te sentirás, y te lo cuestionas todo, y te sientes re tierno, de pronto ves que
los pajaritos fabrican sus niditos, cuando antes ni te percatabas de dónde vivían,
o como, hasta llegas a llorar de la emoción, piensas en esa avecilla tan
pequeña recorriendo el mundo en busca de esa ramita o pajita que rellene su
espacio donde florecerá el amor junto a su compañera y sus pichones.
Lo auténtico
y real es él, con su humanidad toda, que contagia, inspira, su nobleza que lo
hace soportar mis estados de ánimos, su alegría de vivir, su sonrisa que me
enloquece y hace que me pierda en el laberinto de su mirada, cada cosa a su
alrededor es mágica, como una especie de hechizo o velo que convierte todo, que
todo lo cambia.
Hoy soy
terriblemente feliz, y todo gracias a su amor.
Amelia
Orellano Bracaccini
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