Y si te dijera que no te extraño, porque estás conmigo en todo momento acompañando cada paso de mi
vida, con tu esencia esa que impregnaste en mí y no se me quita, con tu candor
de varón regando cada espacio, cada rincón de mí ser.
La vida me ha depositado en tu regazo una noche tibia cuando
la luna alumbraba con sus pupilas alimentando a las luciérnagas en su vuelo, y
sentí tu tímido aliento al cubrirme con tus manos mis sueños y te abracé te
sentí mi dueño.
Amelia Orellano Bracaccini
No hay comentarios.:
Publicar un comentario